Un 50% aproximado de mujeres experimenta, al menos, un episodio de cervicitis a lo largo de su vida, generalmente cervicitis crónica.
¿Qué es una cervicitis?
Cuando el cuello uterino de una mujer se inflama, lo llamamos cervicitis. Una patología que tuvo que esperar hasta 1984 para ser reconocida como una entidad clínica relevante.
La inflamación del cuello del útero no es contagiosa. Pero, cuando su origen es una infección de transmisión sexual, aunque no nos contagiemos de cervicitis sí contraeremos la infección que la haya causado.
Actualmente, y desde un punto de vista clínico, podemos clasificar la cervicitis en dos grandes grupos:
- Aguda: si aparece de repente y provocada por un agente infeccioso.
- Crónica: cuando la inflamación del cuello del útero lleva activa mucho tiempo y tiene un origen distinto a la infección.
¿Por qué tengo cervicitis?
El motivo más frecuente de padecer cervicitis, es la presencia de un agente infeccioso en nuestro cuello uterino, generalmente una infección de transmisión sexual (ITS): clamidia, gonorrea, herpes genital, tricomoniasis, vaginosis bacteriana o verrugas genitales.
Otras causas que motivan la inflamación del cuello del útero, son:
- Antecedentes de infecciones de trasmisión sexual.
- Objetos acomodados en el área pélvica, como dispositivos intrauterinos, diafragmas o tampones.
- Practicar sexo sin usar preservativo.
- Parejas sexuales con comportamientos sexuales de riesgo o que han tenido/tienen infecciones de trasmisión sexual.
- Poligamia.
- Reacciones alérgicas a: desodorantes vaginales, duchas vaginales, espermicidas, látex u otros.
- Relaciones sexuales en edad temprana.
La cervicitis causada por gonorrea o clamidia, si no se trata adecuadamente, puede alcanzar el revestimiento uterino y las trompas de Falopio, favoreciendo patologías como: endometritis, estenosis cervical uterina o la enfermedad inflamatoria pélvica, enfermedades que multiplican nuestras probabilidades de sufrir infertilidad, cáncer del cuello de útero o VIH.
Los síntomas de la cervicitis
La inflamación del cuello del útero, o cervicitis, es frecuentemente asintomática y suele detectarse en la revisión ginecológica.
Cuando una mujer con cervicitis nota algún síntoma, suele ser inespecífico. Ahora bien, los síntomas de cervicitis más significativos son: área vaginal enrojecida, aumento del flujo vaginal y sangrado vaginal durante o tras el coito.
Otros posibles síntomas de la cervicitis, incluyen:
- Aumento persistente del flujo vaginal, con coloración anormal y olor intenso.
- Dispareunia.
- Dolor vaginal.
- Fiebre.
- Micciones frecuentes y dolorosas.
- Picor o ardor vaginal.
- Presión en la pelvis.
- Sangrado vaginal anormal durante la menstruación o habiendo entrado en la menopausia.
¿Cómo prevenir una cervicitis?
Las medidas más recomendadas por los profesionales sanitarios para prevenir la inflamación del cuello del útero, incluyen:
- Relación monogámica: tener la certeza de que nuestra pareja sexual no tiene infecciones de transmisión sexual y que nos es sexualmente fiel. En caso de padecer infecciones de transmisión sexual, usemos preservativo o practiquemos la abstinencia sexual temporal.
- Relación poligámica: cuando tenemos una vida sexual activa y con varias personas, usemos siempre preservativo.
- Prestar a tención a los objetos que introducimos en nuestra vagina: que estén limpios, colocados correctamente y extraerlos en el tiempo indicado en las instrucciones de uso.
- Evitar el contacto con irritantes químicos presentes en duchas vaginales, tampones con desodorante, espermicidas u otros.
- Realizar una correcta higiene íntima, con geles e hidratantes íntimos de pH neutro o equivalentes a nuestro pH vaginal.
Si seguimos estas indicaciones, reduciremos enormemente las posibilidades de contraer cervicitis.
Cervicitis, tratamiento
Para tratar correctamente una cervicitis, en primer lugar, debe establecerse un diagnóstico. Para ello es necesario un examen clínico, pruebas bacteriológicas, colposcopia y una prueba de Papanicolaou.
Cuando la cervicitis no presenta indicios de infección, no suele requerir tratamiento. Pero, si el resultado revela un origen infeccioso, el siguiente paso es determinar el microorganismo que ha provocado la infección.
En caso de tener origen bacteriano, se recetan antibióticos, tanto para la mujer infectada como para su pareja sexual, y ambos/as deben practicar la abstinencia sexual, hasta que la infección haya desaparecido.
Frente a una infección por herpes simple, el tratamiento se realiza con antivirales. Por regla general, aunque los antivirales pueden controlar la cervicitis, la infección vírica nos acompañará de por vida.
Si no funciona ningún tratamiento farmacológico, nos propondrán técnicas como: criocirugía, electrocauterización o cauterización por láser.